Este chico es increíble. Lo diré otra vez: este chico es increíble. Es que no me canso de repetirlo. Me preguntaban ayer unos colegas italianos si Alberto Contador tenía algún defecto. No pude contenerme y expresé en público --ahora estoy hablando de fútbol-- mi afinidad azulgrana, para recordar el cariño de Contador hacia el Real Madrid.
Bromas aparte, sería maravilloso que Contador no cambiase su carácter cautivado por ese celo que muchas veces invade a los deportistas cuando se sienten famosos. De hecho, una de las virtudes del ciclismo es comprobar lo campechanos que siguen siendo corredores que en otra época fueron símbolos de este deporte, como Pedro Delgado o Miguel Induráin, sin ir más lejos. Alejandro Valverde y Óscar Pereiro también son tipos sencillos a quienes no se les ha subido la fama a la cabeza.
Posiblemente, en ciclismo, al margen de cualquier circunstancia, hay que entrenar y mucho, cada día coger la bici y consumirse de hacer kilómetros y más kilómetros. Solo así se es capaz de resistir en una prueba maratoniana de tres semanas como ahora el Giro, en apenas poco más de un mes el Tour y en septiembre la Vuelta.
Pero a lo que iba, dejad que os cuente un par de anécdotas que me han sucedido con Contador en los tres días que ya llevo en Italia. El martes por la noche ya os dije que tuve la fortuna de encontrar una habitación libre en el hotel del Astana. Había terminado de cenar y me disponía a tomar el ascensor. "Señor, señor", oigo que me gritan. El ascensor no llegaba. Y de nuevo el mismo grito: "señor, señor". Yo no veía a nadie, pero me sonaba la voz. Era Alberto Contador, medio escondido, en la escalera que conducía hacia el primer piso. "Señor, que buenas noches". "Igualmente, campeón", fue mi respuesta.
Esta mañana me encontraba junto al autocar del conjunto Astana. Había terminado la charla tradicional en la que los técnicos dan instrucciones a los corredores de cómo se debe afrontar la carrera. Al bajar del vehículo, Contador me ha saludado. Al principio no entendía lo que decía y ha tenido que repetirlo en voz alta: "Qué como te encuentras tú también. Qué si te lo estás pasando bien aquí en el Giro".
Contador está encantado de que haya desembarcado ya en Italia un buen escuadrón de periodistas dispuestos a seguirle en los tres días que todavía quedan para cruzar la última meta en Milán. Ojalá que Alberto lo haga vestido de rosa.
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